La tierra se estremeció un 16 de abril del 2016, las familias que fueron afectadas, a lo largo de las tres provincias empezaron un temerario proceso de aprendizaje, ahora, sin casa y vecinos conocidos reconstruyen día a día los hechos y bienes que sobrevivieron al terremoto.

"Mas de 30 mil familias fueron re-ubicadas en refugios sencillos en los patios de las escuelas, colegios e iglesias"

En Jaramijó, ciudad hermana menor de Manta había sido afectada con mucha fuerza, más de 300 hogares quedaron a nivel de la calle pero solo una persona había fallecido esa misma noche. 

Cuando llegue, recorrimos lo que quedaba en altas horas de la noche, las luces del carro iluminaban rostros aún sorprendidos de niños que junto a sus familias dormían en la vereda, con colchones, cartones y toldos. Cada familia al pie de su casa, en pie o caída.

Entable la misma conversación con media docena de habitantes, para ellos, el terremoto había empezado ahí, y nadie en el resto del país sabía de lo sucedido, se sentían desamparados.

La explicación no los consolaba, para esa hora el conteo volaba sobre 200 fallecidos y miles de estructuras. La ayuda, con su organización en pañales todavía, no acertaba en llegar a comunidades pequeñas como Jaramijó. 

En un esfuerzo para devolver la calma se organizaron grupos de médicos y auxiliares que peinarían las calles buscando a los damnificados más sensibles, adultos mayores y discapacitados, ahora, su mayoría ya de regreso en sus casas, asediados por el miedo a las replicas, los ladrones y a la noche, no salían de sus casas. El plan, encontrarlos, clasificarlos y traer de regreso ayuda con suministros. 

  Manta recibió agua en tanqueros al mismo tiempo que Jaramijó recibía fundas de alimentos donados por hermanos de todo el país.  

Al cabo de 4 meses, las familias regresarían a sus hogares, a vivir, demoler o reconstruir, algunas, aún ahora, nunca volvieron. 
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